No obstante, esta época actual, se caracteriza por ser un entorno cambiante, globalizado, que ha dejado la imperiosa necesidad
de adentrarse al estudio de la rapidez de la información. Ello, debido a que toda información está codificada y cuyos
paradigmas emergentes nos hacen diferenciar que la complejidad como visión o concepto está fundamentada en la reducción,
conjunción e indicación de una era en la que el gerente demuestre lo que refleja el mundo perceptible por medio de los sentidos
y que aumenta a pasos agigantados. Esto acarrea múltiples necesidades en las organizaciones, que por supuesto deben ser
resueltas por el líder de la organización.
Por ende, el gerente del siglo XXI se enfrenta al desafío de convertirse en líderes de alto desempeño; ello implica cambiar de
paradigmas, adoptando las teorías del conocimiento gerencial emergentes. Cabe resaltar, que el episteme de la gerencia ha
pasado por un proceso de cambio, adoptando diversos planteamientos que a medida que avanza el tiempo se repreguntan la
manera inequívoca de gerenciar. De igual modo, el líder de la organización debe mostrar una imagen de flexibilidad para
generar reflexión en la disposición organizativa. Sin duda, en la gerencia es necesario el uso de la hermenéutica para explicar
la interpretación de los tópicos mencionados, se requiere un repunte fenomenológico para el estudio de los fenómenos que se
deben abarcar desde el paradigma complejo de Morin.
De esta forma, desde la hermenéutica se concibe a la gerencia educativa –según la visión epistémica tayloriana– como la
manera en que el director asume el papel de supervisor y es el encargado de la supervisión y coordinación de planteamientos
establecidos (González, 2009). No obstante, haciendo un estudio reflexivo de la gerencia educativa desde la vertiente
heurística, es conveniente citar a Drucker (1992), quien enfatiza a la gerencia como la realización de una serie de actividades
y procesos en el que se cumple con un desempeño o labor administrativa dentro de un subsistema organizativo para que
contribuya a alcanzar los objetivos planteados, para lo cual se requiere trabajar en equipo. Es decir que la tarea de un gerente
es la de un administrador, que se enfoca en alcanzar las metas organizacionales.
En lo relativo a la gerencia, Ruiz (1997) expresa que:
El proceso que se inicia con la formulación de una idea, y el empleo de recursos para lograr los
objetivos, con la máxima eficiencia en sus operaciones al llevar a cabo eficaz y eficientemente las
tareas que se asignan, sin dejar de prestar atención a la relación que existe entre el proceso y el
desarrollo de las funciones administrativas de planificación, organización, dirección y control, a
objeto de utilizar sus recursos para alcanzar objetivos, comúnmente relacionados con beneficios
económicos. Este autor, al definir la gerencia se enfoca en sus funciones básicas, como lo es
planificar, organizar, dirigir y controlar (p.8).
De allí se desprende que el papel del directivo ejerza un conjunto de acciones que estén en concordancia con lo planificado:
un directivo que se enfoque en materializar los hechos, llegando a alcanzar los objetivos organizacionales. Sin embargo, la
praxis gerencial involucra otros aspectos como el liderazgo, así como también el uso constante y superlativo de las tecnologías
de información y comunicación, juntamente con aportes epistémicos que medien la participación de cada uno de los
integrantes del entorno educativo, faciliten con el cumplimiento de su labor, las tareas institucionales.
En este mismo orden de ideas, es imprescindible reflexionar acerca de lo que señala Robins (2007), que expresa que el buen
funcionamiento de las instituciones y organizaciones depende de un proceso consensuado, y además es una manera eficaz y
eficiente que permita alcanzar las metas organizacionales preestablecidas. Sin embargo, ser gerente va más allá y consiste en
orientar todos los esfuerzos a la meta institucional. Además, es irrefutable que se debe lograr motivar, guiar, orientar a todo
un equipo para que entre todos logren obtener los objetivos esperados. Asimismo, es preciso comprender que lo más
importante ya no son los recursos materiales, sino el capital humano.
Actualmente, en Venezuela, el gerente educativo afronta la posmodernidad con múltiples realidades escolares. Hoy en día,
las nuevas realidades gerenciales precisan de un gerente flexible, innovador, holístico, creativo, transformador, abierto al
cambio. La posmodernidad necesita que un director no sea autoritario y que entienda al recurso humano que tiene en su
organización. Es importante entender el enigma de lo que implica ser gerente, dado que el mejor director no es el que se pasa
todo el día sentado en su escritorio, el que se cree un “Dios omnipotente”, la “máxima autoridad”, o el que coloca barreras de
comunicación con sus empleados. Asimismo, el mejor gerente no es el que grita, impone su autoridad, ideas, opiniones, es
rígido. Todo lo contrario, un gerente posmoderno es aquel que está abierto al cambio, delega funciones, no es burocrático,
mantiene una comunicación efectiva con su personal, reconoce que el activo más valioso es su capital humano, y en especial
sea holístico, que direccione, planifique para solventar los trabas académicas que perturban el bienestar institucional. Por ello,
lo esencial es que el director posea las habilidades técnicas instrumentales para insertar las herramientas tecnológicas en la
praxis gerencial, sin dejar de lado la conexión personal con sus compañeros de trabajo.